5 oct 2011

Historia de Khadija

Assalamu alaikum (la paz sea con vosotros)

Soy Almudena, “Khadija”, una chica catalana de 21 años, de padres andaluces, ateos. Nací en Sabadell en 1989. No fui bautizada ni iniciada en ninguna religión, pero, a pesar de ser ateos, mis padres me han inculcado unos valores: tolerancia y el respeto; libertad de sentir y pensar... Hay que decir que mi infancia fue un pequeño mar cargado de inestabilidad, tenía problemas con mis padres desde niña y poco a poco, fui trasladándolos a la escuela y a mi vida social.  A los 12 años me llevaron a un colegio de religioso del Opus, para que me enderezaran, (era una rebelde) pero no duré mucho, pues eran sectarios y ultraderechistas, y reprimían derechos morales y éticos de los alumnos...Me hicieron bautizarme y hacer comunión cristiana sin sentir fe alguna, era una educación Franquista.  Una profesora me abofeteó la mejilla por algún hecho que no recuerdo, y desde entonces no quise volver a esa escuela.  Olvidé la religión y seguí mi vida, con ese pequeño vacío interior que se tiene cuando no se conoce la fe... Desde los 8 años había presentado pequeñas muestras de depresión, y a los 14, se acentuaron hasta el punto de hacer que me provocara a mí misma, un coma.   A los dos días, entubada y llena de cables y vías, desperté Hamdulillah (Gracias a Allah), y fui ingresada en un hospital durante bastante tiempo.   Cuando salí, no había solucionado nada, ya que seguía teniendo un vacío interno que no lograba llenar con las tangibles cosas mundanales. Ni si quiera con el amor y apoyo de mi familia y de los míos… 
Un día, con 19 años tuve una discusión con mis padres, y decidí marcharme definitivamente de casa; una amiga me presentó a un chico marroquí, que compartía piso con dos chicos más, y me alquilaron una habitación. Tenía tanta prisa por marcharme que no me importó vivir con chicos... Aunque la verdad, nunca había conocido un marroquí y la gente no hablaba muy bien de su trato a las mujeres, pero ellos parecían respetuosos y amables...
Ese fue mi primer contacto con el Islam, ya que empezaron al poco tiempo el ramadán, y me prestaron gran hospitalidad y respeto. Pasada una semana de independencia, conocí, a un chico marroquí ajeno a la casa, y empecé una relación que duraría casi dos años.   Yo siempre había sentido la necesidad de cuidar, de dar cariño; ya que me había sentido desprotegida y sola desde siempre y no me quería lo suficiente para pedir en vez de dar.  Ese chico, solo e indefenso, fue una razón por la que sentirme útil y necesaria… una herramienta con la que llenar mi vacío, o al menos cubrirlo un poco. Fue pasando el tiempo, y ese chico sin papeles, tímido, sin trabajo, dinero, ni familia, tan cariñoso y noble, fue entrando en mi corazón, y también en el de los míos, hasta formar parte en totalidad de mi vida y de mi familia.   Olvidé decir que él era musulmán, al menos, de palabra: y eso es lo que me mostró del islam.
Vino a vivir a casa, y pasé de ser su novia a ser la madre que le mantenía, la hermana que le despertaba por la mañana y le aconsejaba, la esposa que le daba amor...Pasé a asumir la responsabilidad de su cuidado económico y psicológico, le intentaba escuchar y luchaba por encontrarle un trabajo o una motivación, arreglar sus papeles y subir su nivel de cultura y de español, pero se negaba a asistir a la escuela. Con el paso de los meses la cosa fue empeorando, el cariño fue tornándose violencia y represión, discusiones y malos tratos. Hachís y la falta de hachís, hicieron que el amor pasara a gritos y el respeto se volviera miedo. No logré que lo dejara… y la española, pasó a tener que comprarle al marroquí su propio consumo. El miedo me podía...Cuando le conocí me puso unas condiciones para estar juntos, cosa que no me pareció mal, ya que era parte de “su fe”: No saludar con dos besos a chicos, no ponerme demasiado provocativa y no salir sola, entre otras cosas, me pareció formar parte del respeto que sentía por él… el problema es que él no respetaba sus directrices.  Cuando fui conociéndolo más, cada vez más me interesaba el Islam, pero él no quería que me convirtiera en ese momento, no me dejaba tocar el Corán, no me dejaba aprender. Mis inquietudes, mis dudas, mi gusanillo por crecer espiritual y culturalmente, quedaron vedadas por su ignorancia, ya que no había accedido a la educación y no le interesaba en absoluto. Sabía del Islam lo que aprendió de pequeño, y no siguió creciendo como musulmán.  Aprendió en la calle, y la necesidad de supervivencia, la lucha contra el mundo para poder vivir, comer, dormir… solamente le enseñó a mentir, a disimular y a saber qué decir para conseguir lo que quería. Cuando empezó a tratarme mal… empecé más a fondo con su fe, para poder rebatirle mediante su religión.  Ya que mi palabra no tenía valor y no era escuchada, que le importara al menos la palabra de “su” Dios… a ver si de esa manera lo podía enderezar. Y mientras más leía, realmente, más me encantaba ésta religión, la fuerza de la fe en Dios, la cultura y tradiciones musulmanas…
En el Islam la mujer está tan bien considerada, tan respetada… ¡Es una reina! Y eso me llamó la atención. Ya que las muestras de Islam que conocía, no eran nada más que aire intangible…
Fui avanzando con este chico, que ni siquiera me apoyaba cuando quería aprender su idioma y su cultura, hasta el punto de llevar un año y medio acostumbrada a mantenerlo sin poder mantenerme, a aguantar sus malos tratos... estaba ya viciada a creer sus mentiras y ceder a sus coacciones, a soportar que me echara la culpa de no tener él trabajo, habiéndole hecho miles de currículos en vano y buscado más allá de mis posibilidades, sin ver muestras de interés o ganas, por su parte, de trabajar.   Y así, gracias a Dios, con los últimos gritos: también se fue el amor o la dependencia, también se fue mi irracional sentimiento de culpa... llegó la serenidad y la rectitud en abandonarle.   Aquel día, algo cambió en mi corazón, y tuve la extraña fuerza de abandonarle y de no volver a ceder. Gracias a Dios.  Dejé mi propio piso y volví con mis padres, por no dejarle a él en la calle. Le encontré un trabajo y una habitación y le dejé bien encaminado para que no se perdiera...
Me metí en Internet y empecé a buscar personas para que me ayudaran a abrazar el Islam, a aprender árabe, etc. Y conocí a un chico, que me abrió las puestas de su casa, a su familia y amigos, que me enseñó lo que le pregunté y SubhanaAllah (Glorificado sea Allah), no pidió nada a cambio… Acababa de dejar a mi pareja, de cambiarme de trabajo y de piso (a un piso vacío y por arreglar) sin haber aún recuperado la relación perdida con mis amigas y de aprender a asimilar la soledad: cuando ese chico empezó a volverse un confidente y hermano de verdad.   Cuando empecé a vivir Sola, casi cada día leía o escuchaba el Corán, y Allah no permitió que sufriera por la pérdida de mi prometido. Este chico, mi nuevo amigo, habiéndole expresado mis ganas de conocer el Islam, me dijo que pidiera algo a Allah, que Él me lo daría… A mí me encantaba la religión, el concepto de familia y de vida del Islam; Yo todavía no creía en Dios, pero le respetaba, desde mi idolatría, pues me merecía temor y mucho respeto… le dije al chico que no quería pedir nada porque no tenía derecho, ya que no era musulmana, pero él insistió, así que una tarde en la que se podía observar que me había quedado sin trabajo, que estaba sola y con fiebre, y sin un euro en el bolsillo, pedí a Allah un poco de paz y tranquilidad, y Allah me dio lo que pedí.  SubhanaAllah, esa misma tarde salí a la calle y me sonó el móvil: era la madre de una amiga, que iba a hacer mudanza, y me regalaba todos los muebles que yo quisiera o necesitara, a condición de estar al día siguiente, a las 8 de la mañana. Incluso me ofrecía la posibilidad de llevármelos con su furgoneta. Y así fue Hamdulillah. Llamé al chico y vino con un amigo para ayudarme, como buen musulmán… Ya no estaba sola, tenía muebles en casa, pero aún quedaba el problema del dinero, ¿Cómo invitarles a comer sin dinero? ¿Sin comida en la nevera?... Así que fui al banco, por si acaso, y encontré un finiquito y una nómina que llevaba esperando ya mucho tiempo y no habían ingresado…Todo me fue regalado, todo vino “solo”, Gracias a Dios…. Y yo, a cambio, para demostrar mi agradecimiento, a partir de ese día, decidí llevar el Hijab (vestimenta islámica). Ese día empecé a creer. Ese día llegó la fe a mi corazón...
Pero yo tenía dudas y preguntas sin contestar, antes de hacer la Shahadah (Testificación de Fe), y quería una cita con la profesora de Corán de la masjid (mezquita), pero nadie me la presentaba...Al final, “por casualidad”, conocí a una hermana española verdaderamente devota, que me alivió esas dudas y me brindó su amistad y apoyo. Conseguí que un grupo de personas me acompañara para hacer la Shahadah. Ya estaba todo preparado: iríamos a la masjid y después, ellos le explicarían mi caso al imam (líder religioso) y me harían de testigos... El día antes, uno de mis testigos empezó a hacerme preguntas, muy directas, y a decirme cosas para comprobar mi que mi fe era fuerte… en definitiva, intentar hacerme dudar para ver si dudaba. Me dijo que estaba corriendo mucho con lo de taparme tanto, que lo de no saludar era un exceso y que debía ir más despacio... Que debía empezar por otras cosas más importantes, que leyera mucho y no me precipitara… Etc. Etc. Etc. Yo le expliqué que me estaba resultando fácil, que estaba saliendo de mí y que para mí, tener la intención de tomar el camino recto, y la conciencia de estar tomando el curvado, no era intención... Que no sabía el día de mi hora así que no quería hacer como muchas mujeres que olvidan los mandatos del Islam hasta que se casan y no tienen ‘elección’ (¿Y si mueren antes qué?) Yo lo hacía de corazón… y para mí no era un esfuerzo, si no una forma de agradecimiento y de respeto... una muestra de amor a Allah. No me importaba no poder ir a Ibiza ese verano con mi amiga, como había propuesto, a despedirme de la occidentalidad y del libertinaje… no era eso lo que yo deseaba, no me hacía falta despedir algo a lo que quería renunciar, por mucho que me fuera a ser perdonado cuando atestiguara. No sabía cuándo sería mi hora, pero sabía que no era aquello lo que quería para mí. Que aquello sólo llevaba a un círculo vicioso de ansiar lo mundanal y abandonar el terreno espiritual e importante; el terreno de la eternidad...Pero aquel día me marché a casa a dormir y no estaba demasiado tranquila, Shaitán  (Satanás) vino a mí con la espina de la duda y empecé a pensar que a lo mejor sí que estaba corriendo mucho que quizás debía ir más despacio... Y a la mañana siguiente, SubhanaAllah (Glorificado sea Allah), desperté tuerta, ciega de un ojo. Era el día de la Shahadah y realmente me asusté, tenía el ojo muy desviado y la mirada borrosa… Todo el mundo quedó extrañado, y yo no tenía el valor de levantar la cabeza... me quedé helada... Avergonzada...Me entrevistaron en la masjid, me probaron y me investigaron, y cuando vieron que era real, que me había convertido en una mujer temerosa de Allah, el imam me indicó la Shahadah y yo atestigüé. Hamdulillah.
Una mujer de la Jammah (congregación), observando mi vista trabada, me dijo que leyera Surah Al Baqara y pidiera por mi ojo, cosa que más tarde, con la tranquilidad de mi hogar, haría... Por la tarde fui al médico, qué, muy sorprendido, no entendió que ocurría. Me hicieron TAC y análisis para descubrir de que se trataba; me dijo que no lo sabía, que en 20 años de carrera jamás había visto eso… no tenía una explicación física a mi problema y lo peor, no sabía cuánto duraría. Semanas, meses o incluso definitivo. Me recorrió en el cuerpo un gran escalofrío… Por la noche empecé a leer Surah al Baqara, siguiendo el consejo de la señora, y en las ayat (versos) del 8 al 15, me quedé, SubhanaAllah, de piedra:
“Hay entre los hombres quienes dicen: «Creemos en Allah y en el último Día», pero no creen. Tratan de engañar a Allah y a los que creen; pero, sin darse cuenta, sólo se engañan a sí mismos. Sus corazones están enfermos y Allah les ha agravado su enfermedad. Tendrán un castigo doloroso por haber mentido. Cuando se les dice: «¡No corrompáis en la tierra!», dicen: «Pero ¡si somos reformadores!»¡No son ellos, en realidad, los corruptores? Pero no se dan cuenta. Cuando se les dice: «¡Creed como creen los demás!», dicen: «¿Es que vamos a creer como creen los tontos?» Son ellos los tontos, pero no lo saben. Cuando encuentran a quienes creen, dicen: «¡Creemos!» Pero, cuando están a solas con sus demonios, dicen: «Estamos con vosotros, era sólo una broma». Allah les devolverá la broma y les dejará que persistan en su rebeldía, errando ciegos. >>
Pedí perdón a Allah, en mi oración, por haber dudado, y pedí que me guiara para no volver a dudar, para seguir la vía recta y no incurrir en la ira… y Allah me guió…. Todas las alabanzas le sean para a Él, altísimo Sea… Al día siguiente desperté sana, con la mirada centrada y la vista encauzada; tan de golpe como vino, se fue, SubhanaAllah, y todo el mundo quedó impresionado ante la inmensidad de Allah. SubhanaAllah, Taala (Altísimo), incluso el médico que me había atendido, quedó admirado. No lo entendía…
Seguí unos días acompañada de la prima de mi amigo (quería cambiar el término "amigo" por el de Amiga...), aprendiendo a rezar, y absorbiendo la información que mis hermanos musulmanes me trasmitían.  Un día deseé ir a Marruecos para ver realmente como era una vida y una cultura Musulmana… Gracias a Dios, esa semana me invitaron a Marruecos y viajé, durante 20 días, a ese hermoso país. ¿Casualidad no? Yo pienso que no. Un hadith (narración) dice algo hermoso: Umar ibn Al Khattab, radiyallahu anhu (que Allah esté complacido con él), dijo: He oído al Mensajero de Allah decir:  
“Los actos son según las intenciones, y para cada hombre hay según su intención. Quien haya emigrado por alcanzar un bien mundanal o por una mujer a la que desposar, su emigración es hacia lo que ha emigrado.”
Así que marché a Marruecos, y me centré en instruirme para ser una buena musulmana.  Algo que aprendí, todo sea dicho, fue que un marroquí no es lo mismo que un musulmán, y que un “musulmán” no siempre es lo mismo que aquello que nos dice el Islam... Aprendí a no hacer caso de la gente, pues cada uno tendrá su intención, pero realmente pueden equivocarse. Me di cuenta que mi camino se vería recompensado si en vez de dejarme guiar cual cordero, me guiaba por la palabra de Allah. Aprendiendo a obedecer y a formarme solamente con el Corán y la Sunnah (práctica del Profeta Muhammad, sallallahu allayhi wasallam). En Marruecos vi a las mujeres, quitar y poner el pañuelo a ratos, ir en manga corta y melena al viento con vecinos, primos, cuñados… y taparse para ir a la ciudad o salir a cualquier otra parte… quizás por moda o por tradición, pues sus velos eran cortos y mostraban sus cuellos, dejando el descubierto sus curvas y femineidad. Vi algunas mujeres y hombres jugando a ser rectos musulmanes en unos momentos, y mostrando orgullosos como erraban y como pecaban en otros. En ese momento pasé algo de miedo de acostumbrarme, a torcerme igual que ellos… Pero no, aquello solo sirvió para hacer más clara mi intención de llevar Hijab, y no un pañuelo de adorno o de fachada en la cabeza.
Cada vez que recordaba lo que Allah había hecho conmigo…¿Cómo fallarle?, ¿Cómo renunciar al paraíso, habiendo encontrado una forma fácil de lograrlo?… ¡con el amor de Allah!
Empecé a ver la duda en mí, cuando abrí los ojos y observé a la gente de Marruecos. Me encantó Marruecos, pero realmente, eso no era Islam, era tradición y miedo, mezclado con imposición y algo de cara... Una doble moral... Me mostraron un machismo inculcado, con tan cuantiosa fuerza, que los hombres y mujeres, habían llegado a creer como sunnahs que no eran reales, o sea, a inventar cosas que yo después me demostré como falsas, leyendo. El Islam ha demostrado ser equitativo, justo y moderado, no ha demostrado que los hombres tienen derecho a pecar, y la mujer debe aguantarlo y compensarlo con su pureza y su anulación como persona… Creo que el Islam es mucho más. En él, explícitamente, se nos muestra cómo vivir, cómo ser… se nos muestra lo que nos hace daño, y cómo, lo que nos hace daño queda prohibido…Acaso no dicen muchos “musulmanes”: “yo ahora voy a jugar con las mujeres, voy a drogarme, voy a disfrutar, voy a salir. Cuando me case ya cambiaré, ya seré solo para mi mujer, ya tomaré la vía recta.  Nosotros somos hombres y tenemos derecho a pecar, es lo normal y Allah nos perdona. Los hombres no podemos vivir sin carne, sin tocar a una mujer, pero cuando me case, quiero una mujer virgen, pura, obediente y recatada.”  Pero Allah dice:
“Casad a aquellos de vosotros que no estén casados y a vuestros esclavos y esclavas honestos. Si son pobres, Allah les enriquecerá con Su favor. Dios es Inmenso, Omnisciente.”
Surah An Nur 24, Ayah 32
Y el Profeta, sallallahu alayhi wasallam, dijo:
“Jóvenes, los que estéis en condiciones de casarse y hacer frente a las obligaciones familiares, casaos. El matrimonio es modestia a los ojos y continencia para el sexo. El que no puede casarse, que ayune; el ayuno le hará las veces de castración.”
(Transmitido por Muslim)
Lo malo, es malo y lo bueno es bueno, y la inmensa escala de grises, es la ética y la rectitud de las personas, sus valores y su intención.  El ver tanta hipocresía entre musulmanes y musulmanas, me atemorizó un poco...Pero recordé los signos y los regalos de Allah… Recordé que el estar allí era un regalo, que para mí debía ser un aprendizaje y debía disfrutarlo y aprovecharlo al máximo... Total, en España no estaba ese hermoso Adhan (llamado a la oración) y no olía a pan recién hecho por las mañanas....Allí, en ese país extraño pero acogedor... entre gente que hablaba y vivía distinto a mí, aprendí a sentirme acompañada de Allah, y junto a mi du’a (súplica), aprendí lo que era la paciencia, perseverancia, constancia, rectitud, fuerza de voluntad, tranquilidad, efectividad… entre otras. Le pedía cada día que me ayudara a lograr esas cualidades, más las que Él quisiera entregarme para acabar de modelar una verdadera personalidad musulmana, para hacerme una mujer virtuosa…Allí, con el ejemplo de la mayoría de las musulmanas que encontraba, aprendí a no ser alborotada, a bajar mi voz, a cambiar un poco mis maneras… conocí la moderación y la tranquilidad, refugiándome en Allah, Taala. Y aún sigo aprendiendo... Al menos, encaminé mis intenciones a leer y aprender, y para no desviarme ante la situación; comencé a estudiar árabe y pequeñas Suras (capítulos) del Corán, dejando mi enorme tiempo libre ocupado en cosas hermosas. Aprendí a ser paciente. Logré ser constante y no ceder en el tema de pañuelo, en el tema del rezo, en el tema de la Iman (fe)… Hamdulillah por ello.  Pero gasté bastante dinero allí, libros del Islam, ropa halal (lícito), regalos… e inclusive mi madre me mandó, quitándose a sí misma algún capricho, para que yo pudiera volver en buenas condiciones y disfrutar mi viaje… En ese momento fue cuando pedí por primera vez algo material a Allah: le rogué por un trabajo que me permitiera desahogar a mis padres que me librara de pedirles, que me permitiera pagar mi piso y comida, pero que no me dejara derrochar en banalidades… no me gustan los excesos.
Cuando llegué a España, ciertamente quería acostumbrarme al ramadán antes de buscar trabajo, hacer, ver cosas y resolver inquietudes. Así que fue poco lo que busqué. Y, ¡SubhanaAllah! (Glorificado sea Allah), me llamaron a hacer entrevista en una ETT, y al día siguiente, SubhanaAllah me llamaron para ir a otra entrevista para un muy buen trabajo.  Ahí vino una prueba de Allah, debía decidir si arriesgarme con el Hijab y dejar la posibilidad de encontrar un entrevistador que me juzgara y no me aceptara, o quitar el Hijab y perder la Barakah (bendición) que me había brindado Allah… que no deja de acompañarme… Así que tomé decisión de ir por la vía de Allah, ya que Él ayuda a quien quiere, y si ese trabajo era para mí, sería para mí… Esa misma tarde me llamaron para informarme de mi incorporación ese mismo lunes...en la empresa llevábamos un uniforme que cubría nuestros cabellos y las partes prohibidas...¡¡¡Conseguí un contrato de un año!!! La oportunidad de acabar de estabilizar mi vida. Mi familia, mis amigos, mi gente…. No creen que haya sido ni Dios ni el Islam ni nada, creen que he sido yo sola, “suerte”, pero realmente mucho tiempo buscando trabajo, y ahora MashaAllah (Lo que quiere Allah), encontraba el mejor trabajo de mi vida sin mover un dedo....
Qué sentido tiene el estar una vida luchando por adquirir unas cualidades, esforzándome sin logro, y en un par de meses, Hamdulillah, haber obtenido todo sueño ético y beneficioso que pude tener… sin dificultad. Allah me guío, y no ha dejado de probarme desde que empezó su trama, aquél día en que, (casualmente) llegué a casa de aquellos musulmanes qué, (casualmente) estaban haciendo el ramadán… Yo creo que ese ha sido mi destino desde que nací, que está escrito y que realmente, Dios lo tenía reservado para mí.
Quisiera añadir un apéndice a mi  historia... InshaAllah:
Pasados unos meses de mi conversión, decidí el formar una familia, tenía mi casa, mi estabilidad económica, etc.  Caí en el mal de volver con mi ex novio, pensando que mi conversión haría que él se esforzara por ser mejor musulmán, y el elegirle a él en vez de otros pretendientes más cultos, creí que sería un punto de caridad...al final fui yo la que fue cediendo otra vez a sus coacciones... no fui recta y dejé que pensara que cedería a su tentación... y luego fue tarde.  Eso tuvo consecuencias bruscas... otro milagro de Allah para conmigo, otra lección...en poco  más de un mes tuve un accidente y cogí baja médica, me despidieron del trabajo y me enteré de que ¡estaba embarazada!  En ese momento tenía tres opciones: 1)Dejar la religión (lo que todos me aconsejaban) y ser una ‘’madre soltera más’; 2)casarme con el padre, ese que me maltrataba, y mientras hacia mi oración me molestaba o incluso llegó a robarme las llaves del coche y a destrozarlo; 3)No ser hipócrita y luchar por traer un bebé musulmán al mundo, agarrarme más a mi fe y a mi Dios, volver a Él arrepentida y esperar Su perdón....De la primera opción me olvidé, de la segunda, tras varios intentos de reconciliación y recibir respuestas como: ‘aborta’, ‘Es un problema y eres egoísta, quítalo sino mi madre me odiará’, ‘nos casamos, quitamos este niño y ya tendremos otro para compensar a Allah’....esas respuestas hundieron la segunda opción...Así que opté por la tercera opción, y resulta que, Allah, en Su grandeza, me ha perdonado....Tengo la certeza ya que, ahora, que vuelvo a vivir con mis padres, he conseguido dejar atrás el sufrimiento y empezar a ser de nuevo feliz... Con ayuda de mis hermanas y hermanos musulmanes, y mi familia, apoyo incondicional.... MashaAllah quedé embarazada y me ha sucedido esto en pocos meses.... pero Allah no se olvida de quienes le temen, y Él tenía ese regalo para mí, el Islam, y no podía permitir que destrozara mi camino, ni lo descuidara...Con este hermoso regalo, mi hija, mi Nur, que ahora lleva 4 meses en mi vientre y nacerá en la fecha en que yo me convertí al Islam, un año después InshaAllah, Allah me ha regalado una última prueba tangible, que me recordará hasta el día en que me muera la Magnificencia y el poder de Allah...Nadie más que Él podría haber dado y quitado tan rápido, de forma tan acorde y en el momento adecuado, para reafirmar mi miedo de Él y hacerme madurar....
Soy musulmana y puedo atestiguar ante todos vosotros que solo hay un dios y es Dios, y Muhammad es su último mensajero...La perfección del Islam lo hace sublime...
Y cuando yo no podía perdonarme a mí misma, ni aceptar la idea de que Él me perdonara, pero empecé a leer un libro islámico: “Salvación a través del arrepentimiento” de Bilal Philips, en él leí unos ahadith (narraciones) que cambiaron mi forma de verlo todo:
 “Todo niño nace en estado de Fitrah, después sus padres le hacen judío o cristiano. Es como ayudar a los animales a nacer. ¿Encuentras entre sus crías alguno que nazca con la marca, hasta que le marcas tú mismo?”
 “Quién se arrepiente de sus pecados es como el que no tiene pecados.”
 “Todos los descendientes de Adam comenten errores constantemente, pero entre éstos, los mejores son los que cometen errores constantemente y se arrepienten constantemente.”
 “Si no cometieseis pecados, Allah os borraría de la existencia y os reemplazaría por otra gente que cometiesen pecados, pidiesen perdón a Allah y Éste les perdonase.”
Tras tan sublimes ahadith... solo podía elegir entre el fuego seguro, o el arrepentimiento y la lucha por el paraíso.... Allah va a ayudarme a ser una musulmana estupenda y con ello, una madre y una hija estupenda, inshaAllah...

Vuestra hermana, Khadija

Assalamu alaikum wa rahmatu Allahi wa barakatu