Vivir en una sociedad de mayoría musulmana implica tener que enfrentar ciertas situaciones que nos pueden resultar algo o bastante molestas debido a que creemos, actuamos y lucimos diferentes que el resto de los habitantes, resultamos ser una novedad para ellos, debido a que lo poco que han visto o escuchado sobre el Islam y los musulmanes viene de noticieros, los cuales suelen etiquetarnos de “terroristas” o de la tan conocida novela de “El Clon” donde se muestra una combinación de cultura y religión que da una imagen errónea del verdadero Islam.
“Una mirada dice más que las palabras” y ciertamente esto lo sabemos muy bien, ¿cuántas de nosotras no hemos notado esas miradas tan expresivas en la calle? A veces ¡hasta en nuestra propia familia! y ¿qué nos dicen estas miradas? Pues una variedad de cosas: asombro, curiosidad, interés o hasta temor, pero algunas personas no se quedan solamente en las miradas sino que llegan a hablar, comentar, señalar y a veces hasta a agredirnos físicamente por nuestra din (religión).
Sin embargo, a pesar de que la reacción no sea siempre positiva, sí existen unos cuantos que se toman la molestia de preguntarnos amablemente sobre nuestra nuestra creencia para salir de su curiosidad, lastimosamente muy pocos muestran este respeto e interés.
Muchas de nosotras ya estamos acostumbradas a lidiar con este tipo de situaciones, solemos la mayor parte del tiempo ignorarlas, mas hay ocasiones en que la ofensa ha sido tan grande que lleva a algunas hermanas a responder también con palabras o gestos ofensivos, siendo esta última la situación menos apropiada.
Así que nos preguntamos entonces, ¿cuál es la mejor manera para enfrentar este tipo de situaciones? El Corán nos dice en la Surah Nahl 16 Ayah 125 lo que traducido significa:
“Llama al camino de tu Señor con sabiduría y buena exhortación. Discute con ellos de la manera más conveniente…”
En la vida del Profeta sallallahu allayhi wasallam (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) encontramos varios ejemplos de cómo él lidiaba con este tipo de situaciones y aún mucho peores, recordemos que sus opositores no solamente lo insultaban, calumniaban u ofendían sino que algunos llegaban tan lejos como echarle entrañas de animales muertos sobre su espalda mientras rezaba o tratar de matarlo. A pesar de todas estas situaciones, el Mensajero de Allah, sallallahu allayhi wasallam, siempre impuso su nobleza de carácter. Era decente y no pronunciaba ofensa ni grosería, no maldecía, no intercambiaba insultos, devolvía las ofensas y agravios perdonando y pasando por alto. No se sentía superior a los demás a pesar de ser el mejor de los hombres siempre mostró humildad.
Vemos un ejemplo del noble carácter del Profeta para con sus opositores en la historia de su viaje a Taif. En la primera época de su misión, el Profeta sallallahu allayhi wasallam viajó a la ciudad de Taif, localizada en las montañas cercanas a Makkah (Meca), para invitar a sus pobladores a aceptar el Islam. Los líderes de Taif, sin embargo, fueron rudos y descorteses. Además de esta actitud insolente, ellos incitaron a algunas personas del pueblo a atormentarlo. Siguieron al Profeta sallallahu allayhi wasallam gritándole, diciéndole obscenidades y tirándole piedras hasta que sus pies comenzaron a sangrar. Entonces el Profeta sallallahu allayhi wasallam ante esta dolorosa y difícil situación suplicó a Allah diciendo: “¡Oh Allah! Ante Ti me quejo de mi debilidad, de mi desamparo e insignificancia ante la gente. Tú eres el Más Misericordioso de los Misericordiosos. Tu eres el Señor de los destituidos y débiles, ¡Oh mi Señor! ¿En manos de quién me abandonas? ¿En las manos de un forastero que se burla de mi? o ¿En las de los enemigos que tienen control sobre mis asuntos? Si Tu ira no recae en mí, entonces nada me preocupa. Tu perdón es amplio y suficiente para mí. Me refugio en la luz de Tu Rostro, que ilumina la oscuridad, que regula los asuntos de esta vida y de la otra. Espero nunca caer en Tu ira. Sólo necesito Tu complacencia y satisfacción, pues sólo por Ti hago el bien y me aparto del mal. No hay poder ni fuerza sino en Ti.” Entonces, el Señor envió el ángel de las montañas, quien pidió permiso al Profeta sallallahu allayhi wasallam para unir las dos colinas entre las que estaba edificada Taif y aplastar la ciudad con sus pobladores. Movido por su gran compasión y misericordia, el Mensajero de Allah sallallahu allayhi wasallam contestó: “¡No! Porque espero que Allah haga surgir de sus descendientes personas que adoren sólo a Allah, sin asociarle nada.”
(Transmitido por At Tabarânî en su libro ‘La súplica’ (1036), también se encuentra en Bujârî (3231) y Muslim (1795) en una versión resumida.)
Es verdad que a veces la gente puede ser muy grosera con nosotras por el simple hecho de ser musulmanas, mas si les respondemos igualmente con ofensas no resultará al final en nada positivo, al contrario eso puede causar más odio o desagrado hacia el Islam. Mejor sigamos lo que indica el Corán y el ejemplo del Profeta sallallahu allayhi wasallam, respondamos con buenas palabras hablándoles del Islam, tengamos paciencia y pidamos a Allah que les dé guía y les abra la mente y el corazón al Islam inshallah (si Allah quiere). Las buenas palabras construyen un puente de respeto, las ofensas lo destruyen y la paciencia lo reconstruye.
Autoría del artículo:
Este artículo ha sido escrito por "Islam Para La Mujer Hispanohablante".