5 oct 2011

Historia de Rashida


Assalamu  alaikum wa rahmatu Allah wa barakatu,
Esta es la historia de la hermana Rashida de Costa Rica, titulada:

CÓMO HACERSE MUSULMANA EN COSTA RICA, USAR EL HIJAB... Y NO MORIR EN EL INTENTO
Todo ha valido la pena, el ser musulmana me da la identidad

Assalamu alaikum hermanos y amigos, hace seis años cuando decidí aceptar el Islam como mi fe y estilo de vida, jamás imaginé que el adoptar una religión diferente a la de la mayoría de mis paisanos (cristianos) y usar hijab (vestimenta islámica) podría cambiar tantas cosas.  
Después del 9/11, influenciada por el bombardeo de información occidental con respecto a los “terroristas musulmanes”, opté por investigar por mí misma la “otra parte de la historia”.  Confieso que le tenía “terror” a los musulmanes y algo de lo que más me molestaba era observar la sumisión de la que supuestamente son objeto las mujeres, observarlas con velo me hacía enojar ya que no soportaba la idea de que ellas no fueran “libres”, ¡cuán equivocada estaba!  
Después de tres años de compartir con musulmanes de todo el mundo por chat, fui conociendo su estilo de vida y fe, me maravillaba el respeto y temor que le tienen a Allah.  Coincidió con esta situación la decepción que me causó la Iglesia Católica, cuando pude comprobar su corrupción, fomento y encubrimiento de los peores instintos a sus “religiosos” pero prohibiéndolo a sus fieles.  Al reflexionar y darme cuenta de que ya no podía pertenecer más a un credo del que me avergonzaba siquiera entrar en alguno de sus templos, medité sobre cuál podía practicar ya que me gusta congregarme. No me imaginaba en alguna de las otras religiones que se practican aquí y pensé: ¿Por qué no el Islam?  
Un amigo desde Egipto me ayudó a encontrarla, jamás había visto a una mujer con velo en mi país ni mucho menos una masjid (mezquita). Me dieron la dirección y antes de entrar supe que ése era mi camino de ahora en adelante, ¡me sentí tan orgullosa! Por primera vez en toda mi vida supe que era parte de “algo”.  El sheikh (título con el que se refiere a una persona respetada a causa de su edad o conocimientos) me recomendó meditar mucho mi decisión con mi familia…Nada, yo no tenía ninguna duda, ahí mismo hice mi shahadah (testificación de fe) y le pedí instrucciones sobre el ghusul (ablución mayor) y el salat (oración).  
Comencé a usar velo al día siguiente, nadie me lo impuso, nadie me lo pidió. Sin embargo mis compañeros y amigos entraron en shock. La mayoría de mis familiares se avergüenzan de mí, otros me desconocen como tal.  Tuve que “pelear” en el Registro Civil para que en la fotografía de mi documento  de identidad y el pasaporte me permitieran usar el velo, aunque ello implica que cada vez que he salido del país, a mí es la única que dejan en el transporte, mientras envían a los perros a rastrear explosivos...
Sin embargo por usar hijab es que mucha gente se da cuenta de que hay musulmanes en mi país y se interesan por conocer más sobre nuestra fe; ya que se me acercan y preguntan en qué creemos o por qué nos cubrimos.  A los pocos meses dejé el trabajo que tenía y pude constatar cuánto temor e ignorancia tiene la mayoría de la gente con respecto al Islam. Cómo olvidar al señor que me preguntó "¿De qué parte de musulmania es usted?", o los que al pasar dicen: “¡Qué calor, ya salieron los payasos, ahí viene la loca!”, “¿Qué se creerá, la Virgen María?”, o tal y como le dicen a mis hijos algunos de sus amigos: “¡Cómo va a ser musulmana tu mamá si es “súper costarricense!”  
Costa Rica se caracteriza por ser extremadamente pacífico, y estoy orgullosa de ello, pero como en todo, algunos opacan esos bellos sentimientos y hacen creer al resto de la población que todos piensan igual.  Por otra parte, sufrimos de discriminación de parte del colegio en el que mi hijo de 15 años estudiaba y con las autoridades de Migración que, sin un motivo válido, devolvieron el 3 de octubre del 2007 a mi esposo a su país de origen (Argentina), alegando que no portaba los “papeles suficientes” cuando regresó de ir a visitar a su pequeño hijo, separándonos por cuatro meses, haciéndonos perder ánimo, dinero y salud cuando la encargada de Migración del Aeropuerto Juan Santamaría me dijo (mirándome de arriba abajo, por supuesto yo llevaba mi velo): “nada de lo que usted o su esposo hagan va a permitir que él entre al país, por lo menos hoy”…Tardé aproximadamente una hora en salir del aeropuerto, las fuerzas me faltaban, estuve llorando no sé cuanto tiempo en unas escaleras hasta que llegó la policía y me invitó a salir de sus instalaciones…Al salir perdí el conocimiento, desperté en el hospital con la presión arterial al borde de una apoplejía. 
Pasé muchos días llorando porque en ese tiempo los ataques contra mi hijo se incrementaron al punto de que lo expulsaron aún con pruebas a su favor de que las tramas que habían planeado contra él no eran válidas.  Pero no pude quedarme en casa de brazos cruzados y llorando. Fue por entonces que por esas injusticias  decidí hacer una huelga de hambre (de la cual la prensa dio testimonio:  http://www.prensalibre.co.cr/2007/octubre/10/sucesos03.php) para protestar pacíficamente por el trato inhumano y las burlas de las que fuimos objeto, sobre todo mi hijo y yo que somos ciudadanos costarricenses.  En total, realicé 3 huelgas.  ¡Qué experiencias Dios mío!, durante los 14 días en total que me mantuve sin consumir alimentos,   se   me   acercaron   personas   de   diferentes   credos   religiosos  a  hacerme compañía, a rezar por mí, algunos me llevaron frazadas, abrigos, sombrillas (estaba a la intemperie en la época más lluviosa del año).  Las amenazas por parte de la gente del gobierno fueron muy disimuladas, por ejemplo, enviaron a funcionarias del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) a intimidarme con que: "le vamos a quitar a sus hijos si continúa aquí". Llegaron algunos abogados de los más famosos del país a ofrecerme su ayuda gratuita (frente a las cámaras) pero cuando los busqué después “no estaban disponibles” ni respondieron a mis mensajes…Los estragos a mi salud no se hicieron esperar y tuve que finalizar las protestas (mi cuerpo ya no soportaba más) pero pude terminarlas con la satisfacción de que al denunciar éstas situaciones, se sentara un precedente para que no le vuelvan a hacer lo mismo a cualquier otro, que comparta o no mi credo religioso.  
El mundo entero está acostumbrado a que cuando algún musulmán comete un error, la noticia le da la vuelta al mundo cual rastro de pólvora en segundos, pero cuando es al contrario, pasa desapercibido.  Después de cuatro meses y sólo por medio de musulmanes argentinos y algunos particulares costarricenses, pudimos reunir el dinero para que mi esposo regresara.  La Corte Suprema de Justicia rechazó todos los recursos de Amparo que interpuse para mi esposo y mi hijo y la Corte Interamericana de Derechos Humanos desestimó la causa porque mi esposo “pudo entrar a Costa Rica después de todo”.  
Sin embargo, estimadas hermanas, si bien en algunos momentos me ha sido arrebatado todo lo material, jamás pudo alguien o algo quitarme mi fe y mi amor a Allah y al Islam.  Algunos han tenido incluso la desfachatez de recomendarme que tal vez las cosas serían diferentes si: “regreso a Dios”.  Alhamdulillah (Gracias a Allah), hermanas, hoy, tengo a mi familia reunida de nuevo, a mi hijo lo han felicitado en su nuevo colegio por su excelente rendimiento y conducta, he sido premiada con un nuevo trabajo en el que alhamdulillah puedo usar mi velo.  
Y aunque en Costa Rica la población musulmana es menor a 500, conversos como yo no llegan a 15 y solo hay una masjid que permanece cerrada la mayor parte del tiempo, la gente poco a poco, va acostumbrándose a ver a alguien con velo, a compartir, a entender que no somos diferentes (en mi trabajo me preguntaron si "mi condición" requería algún trato especial o beneficio, lo único que pedí fue permiso y un lugar adecuado para mis oraciones) y a aceptarnos como somos, comprendiendo que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.  Todo ha valido la pena hermanas, ser musulmana me da la identidad, felicidad, fe y certeza de que elegí el camino correcto, algo que jamás tuve antes.  Que Allah les bendiga.  Amín.